QUE PRENDA A FAISCA
VerANO coN La ABUELA
Ser mayor no es fácil7/28/2015 Y ser pequeño tampoco, a decir verdad. Cuando llegas a una determinada edad de pronto eres independiente y eres dueño y señor de tu vida, pero has pasado por un montón de años en que alguien cuidaba de ti y ataba la red de seguridad para que no caminaras en la cuerda floja, al borde del abismo. Poco a poco te van dejando mayor libertad hasta que llega un día en que eres quien tú decides.
Pero... ¿cuándo llega el momento de volver a poner la red? Con mi abuela voy descubriendo que al final la vida es un ciclo que vuelve al origen, y llegas a un punto en que vuelves a conectarte profundamente con otros seres que cuidan de ti, que tú cuidas de ellos, y de pronto te das cuenta de que vives en simbiosis con una hija, una nieta, un hermano, una cuidadora, un enfermero, y que cada vez estamos más encaminados a acercarnos más y más y más. La vida comenzó subiendo una montaña en que cada día superabas obstáculos. Llegará un momento en que vayamos cuesta abajo y el listón bajará de la misma forma que subió. Y puede parecer que el camino de vuelta es más sencillo, que ya no tienes que empujar y luchar por superarte, pero el aprendizaje está en descubrir que la recesión es la prueba máxima. Bajar el ritmo es mucho más difícil, quizás porque nunca nos preparamos para ello. Vivimos una vida de superación constante y cuando nos damos cuenta tenemos que aprender a bajar revoluciones, vivir tranquilamente y disfrutar de los frutos que hemos cosechado largo tiempo. Dice mi abuela que menuda le ha tocado, que ahora todo el mundo la mangonea. Dice que todos mandan aquí menos ella, que vienen y le dicen cuando toca levantarse, cuando ir a comprar el pan, que ya es la hora de comer, que ahora vaya a echarse la siesta, ¡uy, que es la hora de merendar! y venga a dar un paseo otra vez, y luego a cenar y otra vez a dormir. A veces mi abuela se enfada y dice que a ver por qué ella tiene que hacer siempre lo que le mandan. Y tiene razón, la verdad, lo que pasa es que a veces uno se echa la siesta y se despierta creyendo que ya es por la mañana y a ver cómo convenzo yo a esta mujer de que son las 10 de la noche y no hay que pensar todavía en qué vamos a hacer de comer, y a ver si tenemos pan, y hoy a ver qué hacemos de comer, y mira a ver, hija, ¿qué quieres tú comer hoy? Amigos, ser mayor no es nada fácil, y eso no nos lo cuentan de pequeños. Nos dicen, ¿tú que quieres ser de mayor? Y nosotros pensamos no en ser mayores, sino en ser libres para hacer lo que nos apetezca. Pero llegará un día en que volvamos a ser pequeños siendo más mayores que los mayores. ¿Qué quieres ser tú de mayor? Hay días que mi abuela se enfada porque la mangoneamos. Mientras tanto, sigo creyendo lo mismo. ¿Que qué quiero hacer con mi vida? Desde luego no vivir estresada. Con mi abuela siempre hay tiempo para escuchar historias, jugar y sonreír.
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Que vivan los abuelos7/26/2015 Verano del 2015.
Después de un año sabático -me gusta más llamarlo año de reflexión, porque de sabático no ha tenido ni el principio-, salí al mundo tres meses para ir a conocer Nicaragua (y ya de paso, un poco más de Centroamérica). Inmersión total en una realidad paralela en un mundo diferente. El clima, la forma de hablar español, las prioridades en la vida, la construcción de las casas, la moneda, la edad de maternidad, la actitud de los perros callejeros, en general la vida era muy distinta. Y bueno, está bien. Me volví a España con las ideas un poquito más claras. Varios días después de llegar me encontré con un proyecto muy chulo (www.quequiereshacercontuvida.com) en el que tuve oportunidad de poner a prueba lo que había aprendido en el viaje. -¿Qué quiero hacer con mi vida? -ESCRIBIR, JUGAR AL RUBGY y SONREÍR CADA DÍA. El futuro próximo pinta tan interesante como te puedas llegar a imaginar. Tengo un sueño, tengo un plan y una estrategia para llevarlo a cabo. Pero mientras tanto... El tiempo se ha parado en Pontevedra. Junio de 2015, faltan tres meses para que en mi vida sigan girando las ruedas. Los planes no dejan de aparecer, las ilusiones crecen igual... los días tristes siguen viniendo a visitar por si me los olvido. Y de repente han pasado dos meses y me doy cuenta de que estoy sumergida en una de las aventuras más fantásticas de mi vida. No sé qué tal os suena a vosotros, pero estoy compartiendo piso con mi abuela y vivir con ella es una de las experiencias más geniales que he podido experimentar. Os la voy a presentar. Se llama Natividad Martínez Plaza, tiene 92 años, es natural de la muy noble y fidelísima ciudad de Sigüenza, ciudad que lleva en el corazón pese a haber vivido 68 años en Pontevedra. La llaman Nati. Tiene unos ojos azul brillante, el pelo blanco como las nubes y es pura vida, que dirían en Costa Rica. En fin, ya la iréis conociendo. Francamente, quizás mi orgullo y amor de nieta me ciegan, pero creo que mi abuela es una persona increíble, me he criado con ella al lado y ahora que tengo la oportunidad de pasar con ella un verano estoy disfrutando desde otra perspectiva de compartir espacio y tiempo con ella. Es curioso, hoy es el día de los abuelos en Estados Unidos, dice Google. No lo había planeado. Hoy, para mí, como cada día de este verano, es el día de los abuelos también (y además también he pasado la mañana con los papás de mi papá). Así empieza este proyecto. Lleno de ilusión, energía y cargado de ganas de que conozcáis a esta mujer fantástica con la que cada día aprendo más sobre mí, sobre ella y sobre la vida. Que vivan los abuelos. He aquí unas fotos de antes del viaje, sacadas por un chico muy guapo y simpático llamado Damián Sobral @damgerous. HISTORIA
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