QUE PRENDA A FAISCA
VerANO coN La ABUELA
La sobremesa8/4/2015 Uno de los momentos del día que más disfruto son las comidas. Me encanta comer con mi abuela. Cada día tengo una cita importantísima a la 1 y otra a las 9 a la que intento poder acudir a toda costa. Seguro que aquellos que son papás ya saben esto, pero yo no lo sabía, aunque me sonaba de oídas. Soy fiel seguidora de las rutinas. Te dan estabilidad, calma, paz y tranquilidad. Como yo soy de naturaleza un poco transgresora, he querido demostrarme todo a mí misma, y pasé épocas de acostarme tarde y levantarme tarde, temporadas de animal nocturno, fases desorganizadas en que cada día era impredecible. Luego probé a vivir con el sol, acostarme al anochecer y amanecer con la mañana. ¡Y qué bien sienta lo que sienta bien!
Las comidas con mi abuela son sencillas, pero bonitas. Hablamos de lo que hemos hecho ese día. Comentamos nuestro plan para el futuro inmediato. Al fin y al cabo, mi abuela lo sabe, lo único que puedes planear a ciencia cierta es lo que harás en el día que vives. Quizás mañana se te puede olvidar lo que dijiste ayer, y no vale la pena perder la oportunidad de llevarlo a cabo. En las comidas con mi abuela no hay televisión y hablamos mirándonos a la cara. A veces, a la noche, aprovecho para preguntarle sobre Sigüenza, por cómo vivía allá, cómo fue la guerra, cómo conoció al abuelo, cómo vivió el cambio de Castilla a Galicia. Y de pronto mi abuela Nati viaja al pasado y habla con orgullo, propiedad y aplomo de aquello que sucedió hace más de 60 años, que recuerda ciertamente mejor que lo que sucedió hoy a la mañana.
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Septiembre 2015
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